
Fue de punto. Y estuvo cerca de convertirse en banca. Un Central convulsionado por la situación institucional, por las lesiones de último momento y por el enorme vacío que dejó la venta de Di María, llegaba bastante mal al inicio de este torneo y debia enfrentar nada menos que al último campeón de América.
Sin embargo, este Central plagado de pibes sorprendió a propios y extraños cuando en la mismisima bombonera, salió a presionar a un Boca que se desorientó con la actitud de los canallas.
El esquema planteado por Ischia (quien finalmente jugó con linea de tres) fue un punto a favor para el DT, que se arriegó a que lo "mataran" en caso de una derrota, ya que no iba a faltar aquel que dijera que Central había perdido por jugar asì. Tres en el fondo, que contaron con la permanente colaboración de Emiliano Papa y de Tomás Costa, quienes retrocedian según las circunstancias del partido.
La presión que se suponía que podían tener los "pibitos" canallas, casi no se notó.
Álvarez, tras un mal inicio (salió mal en dos corners), se asentó e inclusive tapó dos pelotas importantes.
En la defensa, Braghieri e Imperiale, lucieron firmes y controlaron sin mayores inconvenietes a Palermo y a Palacio, apuntalados por la experiencia y calidad de Ronald Raldes.
En la mitad de cancha, un incanzable Ledesma (la figura de Central) demostró que este puede ser el año de su consolidación. Borzani aportó el sacrificio de siempre y Papa, pese a no jugar del todo bien, controló las trepadas de Ledesma e Ibarra.
La parte ofensiva canalla fue quizás lo que más se debe tener en cuenta para mejorar. Damián Diaz fue demasiado intermitente y perdió muchas pelotas en mitad de cancha, Belloso aportó sus "corridas" habituales pero no llegó a inquietar a la defensa xeneise, mas allá de alguna que otra jugada aislada. Por último, Emilio Zelaya las corrió todas y hasta tuvo en sus pies la más clara del partido, pero le sigue faltando dar ese salto de calidad para concretar las oportunidades que se le presentan y convertirse en el delantero que Central necesita.
El pitazo final del árbitro Lunati, dibujo una sonrisa en la cara de los casi dos mil canallas que llegaron a la bombonera. Sin dudas fue un empate con sabor a victoria y que muy pocos esperaban.
Así jugó este Central lleno de pibes, que pese a no contar con una individualidad destacada ni contar con sus incorporaciones, demostró que con orden y sacrificio se puede jugar como equipo y realizar una buena labor.
El partido jugado por los canallas no es una invitación a la ilusión ni mucho menos, pero al menos es una bocanada de aire para este presente que se presentaba como oscuro e incierto.
Los hinchas no tendrán que ser exitistas, pero tampoco deberán pensar que con los pibes no se puede.
Los pibes, seguirán siendo pibes. Pero con partidos como los de hoy, rapidamente, se convertirán en hombres.
1 comentario:
hola soy Vero de la facu, che la verdad muy bueno lo que hacen, me gustan los comentario que hacen, esta buena la dire...saludos y suerte...
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